Cuento-Metáfora – El árbol y la luna. Toda vida tiene un propósito

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En una amplia llanura se elevaba tímidamente un pequeño árbol desconocido, sin raza ni familia. Alrededor suyo no había ningún otro árbol que le acompañara en su triste existencia. Había crecido solo y sin compañía. Apenas tenía vegetación en sus ramas y alrededor suyo todo era soledad y vacío. El árbol podía ver muy a lo lejos otros grupos de árboles y plantas, y desde ahí sentía que en esos grupos había algo que a él le faltaba. No sabía describirlo porque no conocía otra vida que la de la soledad. Pero tenía una fuerte intuición que le decía que había vidas mejores.

Una noche, el árbol se fijó en el cielo y pensó que la luna que había ahí arriba seguro que sabía más que él sobre la existencia de otras vidas. Empezó a creer que si el estuviera allí en lo alto vería más cosas de las que ve ahora, y sintió un gran deseo de conocer que cosas podían verse desde ahí arriba, y sobretodo que otras vidas se vislumbraban desde esa perspectiva.

Una noche, no aguantaba más y lanzó una pregunta sin esperanza de respuesta.

  • ¿Qué otras vidas puedes ver desde ahí arriba?

Sorprendentemente, la luna le respondió.

  • Desde aquí veo toda la existencia. Hay muchísimas vidas que forman esta existencia.

El árbol, realmente sorprendido, quiso saber más, y cada noche preguntaba y preguntaba a la luna sobre otras vidas. Durante muchos días estuvieron conversando juntos. La luna le contaba que había árboles muy hermosos, con muchas ramas llenas de hojas grandes y coloridas, y que incluso daban frutos. Que había bosques con muchos árboles que habían ido creciendo poco a poco y que juntos se ayudaban a crecer y a dar más frutos. También le contó que allí donde hay un bosque de árboles, hay muchísimas vidas alrededor, y este conjunto de vidas crea lugares hermosos y llenos de felicidad. El árbol no entendía el significado de felicidad porque nunca la había experimentado, pero empezó a desear tener otra vida con más sentido.

Una noche, la luna le dijo que no volverían a conversar, que a partir de ese día, el árbol tenía que encontrar su propio camino de crecimiento para convertirse en el árbol que soñaba ser. Le dijo que al amanecer, con los primeros rayos de sol, se hiciera a sí mismo preguntas para descubrir qué tipo de árbol quería ser, y sobre todo, que vida le gustaría tener. Le dijo:

  • Utiliza la energía del sol para encontrar el sentido a tu vida. Hazte preguntas y espera a que lleguen las respuestas. No tengas prisa. Las respuestas llegarán.

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Y cada mañana se concentraba en sentir esa energía que el sol le daba, para hacerse preguntas. Los primeros días no recibía respuestas, aunque empezó a sentirse mejor y mejor, con más calidez y más vida gracias al sol. Nunca antes le había prestado atención al sol, pero se dio cuenta de que sus rayos le hacían sentir mejor. Había dejado entrar la energía del sol en todo su ser. A los pocos días empezó a recibir esas respuestas.

Descubrió que él podía crecer y dar frutos, que podía crear su propio bosque de árboles y que podía ser útil para otras vidas. Que debía dejar que la energía del sol y de la tierra penetrara en sus raíces, su tronco y sus ramas, y que cada día podía atraer más y más energía simplemente conectando con el sol y la tierra.

El árbol empezó a crecer, a tener más y más hojas, y a dar frutos. Los frutos caíanal suelo y empezaron acercarse otras vidas a alimentarse de esos frutos. Había atraído a otras vidas alrededor suyo, y con los años, empezó a ver como otros pequeños árboles crecían cerca de él. El árbol les contaba a los otros árboles las lecciones que le había dado la luna, que sintieran la energía y se hicieran preguntas para descubrir qué vida querían vivir.

Con el tiempo, alrededor del maravilloso árbol había miles y miles de vidas más, y el árbol había logrado tener la vida que deseaba. Una vida con sentido y propósito.

Una noche volvió a hablar con la luna. Le dió las gracias por la gran lección que le trasladó años atrás, y la luna le respondió:

  • Agradece a tu voz interior que te ayudara a descubrir qué vida querías vivir. Yo solo te inspiré a que conectaras con la energía para encontrar el sentido de tu vida. Todos los bosques se han creado a partir de una sola vida. Y cualquier vida debe estar dispuesta a recibir vida, a conectar con otras vidas y a llenarse de energía para crecer. Y sobre todo, debes saber que cualquier vida es única e irrepetible, y si aprendemos a escuchar a nuestro instinto, él nos da la información sobre cuál es la vida que hemos venido a vivir. Y esa vida merece la pena que sea vivida.

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